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miércoles, 22 de junio de 2016

Brexit


Hace unos diez años, nos vomitaron otra obra maestra de Hollywood llamada V de Venganza, basada (muy a la leve) en la historieta del mismo nombre. La película cuenta la historia de un revolucionario que fue torturado y abusado, y ahora osa desafiar al partido fascista que gobierna al Reino Unido con un puño de hierro y encarcela a miembros de la oposición y a otros “no deseados” indiscriminadamente.
 
Durante la película, y bien a la manera Hollywoodense, nos presentan a un obispo que en realidad es un pedófilo y miembro del partido gobernante, a un comediante homosexual que aún no sale del closet y colecciona coranes, y a una lesbiana que alcanza a contarnos su historia de amor antes de desaparecer repentinamente a manos de la policía secreta, etc. etc. etc. Pero al final, cuando el héroe yace inerte pero venció, y los malos son cadáveres frígidos, miles de londinenses con máscaras de Guy Fawkes marchan hacia el Palacio de Westminster para ver al edificio reventar, en una explosión gloriosa representando la muerte del régimen derrocado.

Gran Bretaña en las próximas horas está al borde de recuperar, o perder, ese je-ne-sais-quoi que desde los días en que Enrique VIII le dio las espaldas al continente, le han brindado fortitud, poderío, y un imperio mundial. Durante la votación sobre el referendo, la nación estará reviviendo las luchas de Gravelinas, Trafalgar y la Batalla de Inglaterra. Es una vez más, la oportunidad para que el Reino se independice y pueda restaurar cordura y tradición, o que finalmente ceda y sucumba ante la peor encarnación del proyecto pan-Europeo; una que dista mucho de la antigua Cristiandad, y aún del Orden Napoleónico, y que no hace más que servir a los intereses de plutócratas, burócratas, e izquierdistas, y más aún, amenaza con acabar con los pueblos Europeos.

 
Si la tontera cinematográfica que mencioné anteriormente nos sirve para algo, es con la esperanza de que los votantes se presenten en multitudes para rechazar a funcionarios que no son elegidos y que gobiernan sus vidas con mayor autoridad y poder que su misma Reina legitima. Desde esta celda, espero que pronto, en las palabras de Gran Canciller Adam Sutler de la película: “England prevails.”

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