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viernes, 24 de junio de 2016

El epílogo de Brexit



(Artículos en los enlaces en inglés.)

El Reino Unido lo logró. El pueblo expresó claramente su deseo de romper las cadenas de la UE y zarpar por su cuenta una vez más. A pesar de que todos los famosos, expertos, y políticos de una manera aniñada los amenazaban con mandarlos “al final de la cola,” y les decían exactamente qué hacer, los Ingleses plantaron los pies, se mostraron inmutables, y los mandaron al carajo. Esto podría ser solamente el inicio de algo mucho más grande. O tal vez no.

Y como muchos habrán supuesto, esta mañana nos despertamos encontrando el berrinche de los plutócratas y las multinacionales que, bajo el pretexto de haber sido “sorprendidos,” causaron estragos en las bolsas mundiales. Pero no creo que haya una razón definitiva para entrar en pánico. Londres es aún uno de los principales centros financieros en el mundo, y al final la misma codicia - que los impulsó a abogar por mercados en vez de seres humanos – los hará regresar.

Sin embargo, a pesar de que no me gustaría nada más que ver este fervor independentista convirtiéndose en un sentimiento nacionalista que lleve a restablecer y reafirmar el rol de la Corona en la sociedad, no lo veo posible. Peor aún, puede que hasta el mismo resultado del voto este en duda. Una vez que el entusiasmo inicial se haya calmado, empezarán a surgir problemas. Ahora que el gobierno tendrá que invocar el artículo 50 del Tratado de la Unión Europea, comenzarán las negociaciones tediosas que se pueden prolongar hasta dos años. Esto fue diseñado a propósito por los Eurócratas desde un principio, para hacer una salida práctica difícil. Y aunque los votos indican claramente cuál es la voluntad popular, los políticos – siempre tan decentes y honrados – tienen veinticuatro meses para hacer de las suyas.

 

Los Eurócratas no se rendirán tan fácilmente tampoco. Aunque la primera piedra ya fue lanzada hacia su Goliat, seguirán trabajando para disolver las identidades y tradiciones nacionales, insistiendo en resucitar algo que ya no debería existir. Sus tácticas con el Tratado de Lisboa lo dejan muy claro. Por eso, los días que se vienen serán muy interesantes para el futuro de Europa.

Mientras tanto, sin más que decir, un gran aplauso para el Reino Unido y ¡qué Dios guarde a la Reina! 

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