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El Reino
Unido lo logró. El pueblo expresó claramente su deseo de romper las cadenas de
la UE y zarpar por su cuenta una vez más. A pesar de que todos los famosos, expertos,
y políticos de una manera aniñada los amenazaban con mandarlos “al final de la cola,” y les decían exactamente qué hacer, los Ingleses plantaron los pies, se
mostraron inmutables, y los mandaron al carajo. Esto podría ser solamente el
inicio de algo mucho más grande. O tal vez no.
Y como muchos
habrán supuesto, esta mañana nos despertamos encontrando el berrinche de los plutócratas
y las multinacionales que, bajo el pretexto de haber sido “sorprendidos,”
causaron estragos en las bolsas mundiales. Pero no creo que haya una razón definitiva
para entrar en pánico. Londres es aún uno de los principales centros
financieros en el mundo, y al final la misma codicia - que los impulsó a abogar
por mercados en vez de seres humanos – los hará regresar.
Sin
embargo, a pesar de que no me gustaría nada más que ver este fervor
independentista convirtiéndose en un sentimiento nacionalista que lleve a
restablecer y reafirmar el rol de la Corona en la sociedad, no lo veo posible.
Peor aún, puede que hasta el mismo resultado del voto este en duda. Una vez que
el entusiasmo inicial se haya calmado, empezarán a surgir problemas. Ahora que el
gobierno tendrá que invocar el artículo 50 del Tratado de la Unión Europea, comenzarán
las negociaciones tediosas que se pueden prolongar hasta dos años. Esto fue diseñado
a propósito por los Eurócratas desde un principio, para hacer una salida práctica
difícil. Y aunque los votos indican claramente cuál es la voluntad popular, los
políticos – siempre tan decentes y honrados – tienen veinticuatro meses para
hacer de las suyas.
Los Eurócratas
no se rendirán tan fácilmente tampoco. Aunque la primera piedra ya fue lanzada
hacia su Goliat, seguirán trabajando para disolver las identidades y tradiciones nacionales, insistiendo en resucitar algo que ya no debería existir.
Sus tácticas con el Tratado de Lisboa lo dejan muy claro. Por eso, los días que
se vienen serán muy interesantes para el futuro de Europa.
Mientras
tanto, sin más que decir, un gran aplauso para el Reino Unido y ¡qué Dios
guarde a la Reina!
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