English

viernes, 2 de septiembre de 2016

Mientras tanto en Dar-al-Islam


El Califato llena el tanque.
*Artículo original en inglés

ISIS se acerca a pozos estratégicos al noreste de Homs


https://www.almasdarnews.com/article/isis-advancing-near-key-gas-field-northeast-homs/

Homs, Siria (3:05 A.M.) – El estado islámico de Siria y Al-Sham (ISIS) continua este viernes su gran ofensiva cerca a los pozos petrolíferos de Al-Sha’er al noreste de Homs, capturando varios puntos estratégicos del ejército Sirio Árabe (SAA) en el área de Huwaysis.

viernes, 29 de julio de 2016

Deutschland unter alles


Lo que ha estado sucediendo en Alemania se acerca cada vez más a niveles  de distopía. Cuatro ataques en una sola semana. Cuatro. Y mientras los medios de comunicación y las elites europeas continúan enterrando la cabeza  como avestruces para mantener sus sueños e ideologías intactos, uno no puede evitar pensar en qué momento reventara todo violentamente.

En toda Europa se han formado movimientos que buscan una restricción, o reducción, en el asentamiento de los mahometanos. Pero estos han sido ignorados, dejados de lado, o proactivamente silenciados. Curioso es que, entonces, en el espacio de unos cuantos días, veamos un guerrero santo manejando un camión en Niza y un asesino explosivo en Alemania, sin olvidar a dos practicantes de machetería. Pero la mayoría de la población parece aceptar todo silenciosamente. ¿Por qué?

Con el colapso de la monarquía en Alemania tras la Primera Guerra Mundial, y la sucesiva desgracia de la República de Weimar, el alemán común se encontraba frente terribles, y atemorizantes, disyuntivas provocadas por la derrota y el nuevo régimen republicano. Y dichos miedos lo llevaron directamente hacia el Nacional Socialismo. En este artículo no busco examinar al Tercer Reich, ni evaluar cuál era la situación en Alemania durante los doce años de ese régimen. Pero si quiero reflexionar acerca de lo que vino después. Y ahora es muy obvio para quien quiera ver que el adoctrinamiento consumista-liberal ha tenido muchísimo más éxito que el ministerio de Goebbels o las cárceles de la Stasi. Al pueblo alemán – de hecho a partes enormes de la Europa Occidental – se les ha lavado el cerebro para que deseen dejar de existir.

La insensibilidad que predomina es tal vez el indicador más claro de todo esto: cuando un ataque ocurre una torrencial de pésames, y apoyo moral es el resultado. La bandera del país afectado es ubicua en las redes sociales y en shows de luces. “Oraciones” son omnipresentes – a qué demonio o a qué político, aun no sé. Osos de peluche, flores, y velas se ven por todos lados. Y de ahí, nada; todo pasa al olvido. Uno no cuestiona lo que los medios narran, ni la validez de lo que es “correcto,” ni el valor de lo que se va perdiendo. Enjuagar, lavar, repetir: la reacción perfecta para una sociedad comercial, y olvidadiza.

Por otro lado, al defender todo lo que sea europeo, o alemán en este caso, uno encontraría inmediatamente miradas incrédulas, y hasta de sospecha. Se asume que cualquier tipo de orgullo patriótico en Alemania ha de derivar del Nazismo y esto, hasta ahora, evita que se tengan cualquier tipo de discusiones lógicas y sensibles sobre inmigración o la implementación de políticas que no sean zurdas. La esvástica se ha convertido en un medio para callar a la oposición. Y peor aún, sin ayudar mucho, tenemos a los grupos que infantilmente se enorgullecen de esos pocos años, sacrificando milenios de tradición y alimentando a los cuentos republicanos.  En pocas palabras, el Nacional Socialismo parece ser la tapa del ataúd en el que se enterrará al pueblo alemán bajo la avalancha mahometana. Todos sus logros culturales, políticos, militares, todo será olvidado y abandonado, por 12 años de un régimen revolucionario.

Sin embargo, creo firmemente que una Alemania renaciente, que tenga orgullo y tenga presente sus orígenes triunfaría sobre la crisis actual relativamente rápido. El mismo pueblo que detuvo el avance romano, restauró al Imperio en el Occidente, le dio al mundo Pachelbel, Beethoven y Bach, defendió Viena de los turcos, e hizo que toda Europa tiemble durante su unificación bajo un Káiser sería mucho, mucho más hábil que la alfombra de entrada en que Merkel los ha convertido para recibir a los “refugiados.” Solo cuando el pueblo alemán reencuentre su historia, su fe, y a ellos mismos, solamente en ese entonces ya no tendrán miedo de decir Deustchland uber Alles con confianza. Pero cuando sea que eso ocurra, esperemos que no sea demasiado tarde.

viernes, 22 de julio de 2016

Mientras tanto en Dar-al-Islam


Posiblemente las cruces eran un poco altas. Completamente prohibido para los dhimmis.
*Articulo original en inglés.


Iglesia asiria atacada y quemada por milicias en Siria

 

http://www.christiantoday.com/article/assyrian.church.attacked.and.burned.by.militants.in.syria/91015.htm

Hombres armados detonaron explosivos dentro de una iglesia ortodoxa asiria el lunes, quemando iconos antiguos y dejando la mayoría de lo que se encontraba dentro hecho cenizas.

 

lunes, 18 de julio de 2016

Santo del Día – San Camilo de Lelis


 

Camilo de Lelis nació el 25 de Mayo de 1550, en el pintoresco pueblo de Bucchianico, en el reino Habsburgo de Nápoles. Siendo hijo de un oficial militar, heredó el carácter fuerte de su padre, el cual junto con su estatura de más de dos metros, lo tenía insatisfecho con la vida de su pueblo natal.

Tras la muerte de su madre – y a la edad de 16 – se enlistó en los ejércitos de la Republica de Venecia, junto con su padre. Aunque esta trayectoria lo llevó a combatir contra los franceses en ciertas ocasiones, sin lugar a duda, el momento estelar de su carrera militar fue la guerra turco-veneciana de 1570, que empezó con la invasión otomana de Chipre ese mismo año.

Después de terminado el conflicto, Camilo regresó a casa, herido en la pierna, y acompañado de su padre, que ya anciano y enfermo, falleció poco después. Sin compañía alguna, el veterano, aun con menos de veinticinco años, cayó en vicios y se volvió un apostador, poco antes de convertirse en un mendigo. Para empeorar las cosas, la herida que tenía no sanó completamente, y por lo contrario, se infectó, dejándolo cojo.

Sin embargo, un día, mientras pedía limosna en la iglesia local, Camilo se encontró con un hombre que prometió encontrarle un trabajo. Días después, empezó a laborar en el monasterio Capuchino local como albañil y llevando el tren de mulas de los monjes a Roma. Fue en ese entonces que uno de los sacerdotes entabló conversaciones acerca de su fe, y le urgió que se convirtiera. No tomó mucho tiempo: deslumbrado, Camilo se convirtió y se volvió un miembro de la Iglesia. Tenía 25 años.

Pero su nueva fe estaba a punto de ser probada. Lleno de devoción, intentó ingresar a la orden a la orden Benedictina, pero fue rechazado por su falta de estudios y su cojera. Decepcionado, se fue a Roma a buscar un tratamiento y fue admitido al hospital de Santiago. Mientras tanto, continuó con un estilo de vida bastante riguroso, que incluía penitencias, y simultáneamente entabló una amistad con un sacerdote local, el padre Felipe Neri.

A pesar todo, era incapaz de cubrir los gastos de su tratamiento, por lo que comenzó a trabajar en el hospital, cuidando personalmente a muchos pacientes que padecían de enfermedades terminales. Al hacer esto, se percató del maltrato, y hasta abuso que muchos recibían. Ya que en ese entonces, varios de los enfermeros eran criminales que trabajaban en los hospitales como parte de sus condenas, tal situación no parece dudosa. Sin embargo, Camilo, el exsoldado, estaba horrorizado. Pidió y peleó por un cambio en la situación, y por eso fue despedido. Determinado más que nunca a establecer su propia comunidad religiosa con el fin de ayudar a los enfermos, regresó al monasterio Benedictino con una donación de un amigo romano, y empezó sus estudios.

Pero una vez más el destino le fue adverso, tal como suele ser con los hombres de bien. Su herida se infectó nuevamente, y lo obligó a regresar al hospital. Fue solo después de arduas negociaciones y hasta plegarias por parte de amigos que fue aceptado nuevamente. Y una vez más, Camilo tuvo que trabajar, y soportar el maltrato de pacientes en silencio, para poder cubrir sus gastos. Pero no se rindió.

Retomó sus estudios en la universidad Jesuita de Roma, y fue ordenado por Thomas Goldwell, el último obispo Católico de Gran Bretaña. No le tomó mucho tiempo reunir un grupo de seguidores, retirarse del hospital de Santiago, mudarse al hospital del Espíritu Santo, y confirmar su congregación con el papa Sexto V. Los integrantes de la Orden de Camilo – autoproclamados “Siervos de los Enfermos” – portaban una cruz roja en sus capas negras para, en las palabras del mismo Camilo, ahuyentar al demonio.

Continuó con su labor por muchos años, mientras alentaba a los otros integrantes y voluntarios de la Orden a considerar el hospital como una casa de Dios, y a no ser reacios a pasar tiempo con los enfermos y los moribundos. Pero a pesar de todos sus esfuerzos, aún era tan solo un hombre. Cuentan que en una ocasión cuando estaba listo para rendirse, oyó una voz que le decía claramente desde su crucifijo: “Esta es mi obra, no la tuya.”

Camilo de Lelis murió el 14 de Julio de 1614, con su Orden floreciendo en toda Italia, y fue canonizado por el Papa Benedicto XIV en 1746. Su tumba se encuentra debajo del altar mayor de la Iglesia de Santa María Magdalena en Roma.